La actividad de leer, que el cerebro lleva a cabo con tanta naturalidad, tiene repercusiones en el desarrollo intelectual. “La capacidad lectora modifica el cerebro”, afirma el neurólogo Stanislas Dehaene.
Hay que leer con intensidad, despacio, con cuidado, viviendo la vida de las palabras”, dice Gabilondo. Al cobrar vida cada palabra, la imaginación echa a volar. El poder de la mente es tan fuerte que recrea lo imaginado, activando las mismas áreas cerebrales que se accionarían si se ejecutara la acción en la realidad.
Además de alimentar la imaginación y favorecer la concentración, la lectura ayuda a mejorar algunas habilidades sociales, como la empatía. Un ávido lector rápido aprende a identificarse con los personajes de las historias que lee y, como bien sostiene Emili Teixidor, “está más dispuesto a abrirse a otras vidas”.
Según un estudio de la Universidad de Oxford, la lectura por placer predice el éxito profesional. Quien fue un ávido lector en su adolescencia tiene más posibilidades de triunfar en su madurez.
No nacemos con un gen preparado para leer y escribir, pero para hablar sí. Hay muchos niños que se quedan en el camino por no desarrollar este gen.
¿Por qué unos leen con facilidad y a otros les cuesta tanto?
Esto depende de la motivación del alumno y del nivel madurativo del alumno. Leer es un proceso complejo que ha de ser motivado por los padres, los cuales deberían de reforzar lo que aprenden en la escuela para sentar ese aprendizaje. ``El cerebro madura si hay estímulos´´.
¿Cómo mejoramos esto?
El estudio ``The early catastrophe: The 30 million word gap by age 3´´ Betty Hart & Todol R. Risley, expone que:
La experiencia de lenguaje de un niño promedio en familias profesionales sería de 215.000 palabras, en familias de clase trabajadora de 125.000 palabras y de familias de asistencia social de 62.000 palabras. En cuatro años, la experiencia linguistica de un niño promedio de familias de clase profesional es de 45 millones de palabras, 26 millones de clase trabajadora y 13 millones de familias de asistencia social.
Con esto queremos decir que los alumnos de primaria que tendremos los futuros profesores y los actuales profesores tendrán diferencias muy distintas entre sí, no todos van a la escuela en las mismas condiciones en el aspecto lingüístico y hay que tenerlo en cuenta a la hora de tratar con ellos. Por tanto podemos llegar a la conclusión de que los alumnos que fracasan en la escuela son siempre alumnos de los niveles mas bajos o del nivel intermedio.
En muchas ocasiones los libros, los profesores... hablamos de forma compleja, lo cual hace que los alumnos no lo entiendan todo, dificultando asi su aprendizaje. Con respecto a los apdres deberían de ayudar más a sus hijos y los profesores no deberian de dar por perdido a los alumnos que más les cuesta ya que los alumnos no tienen toda la responsabilidad.